Artículo publicado en la revista Caras y Caretas, número 2.229, Año 47, correspondiente al mes de diciembre de 2008, página 47, ISSN 0327-6384, Buenos Aires, Argentina.
Este año se demolió una casa del casco histórico que, según la leyenda, había pertenecido al ingeniero Pierre Benoit, supuesto hijo de Luis XVI y María Antonieta. Hubo un escándalo fenomenal, con funcionarios desairados y gritos cruzados. Pero la casa era otra.
Los porteños nos destacamos por una absoluta desaprensión hacia nuestro patrimonio cultural, el edilicio incluido. Eso si, a veces pataleamos porque se demuelen casas que pertenecieron a grandes personajes y después resulta que ni las pisaron. Está bien que protestemos por la demolición y su ilegalidad, pero mejor averigüemos antes de hablar.
La vieja esquina de Independencia y Bolívar, en eso que antes llamábamos San Telmo y ahora Casco Histórico, fue testigo en este 2008 de un escándalo mayúsculo que llenó los medios de comunicación y generó rispidez entre intendentes y funcionarios: el 19 de abril terminó de ser demolida una casa atribuida a la familia Benoit –Pierre y Pedro habían sido sus más famosos ocupantes– y la casa de Bolívar 775 cayó pese a toda la Legislación que la protegía.
El escándalo no estaba en la demolición misma, algo que ya ha pasado otras veces. De hecho la ley permite destruir los interiores de la enorme mayoría de las casas antiguas del casco histórico y cualquiera que camine por la zona ve como se alteran fachadas, se hacen fantasías seudohistóricas o se demuelen interiores del siglo XVIII incluso financiados con créditos del Estado. En este caso el tema era la familia Benoit. Sabemos que el primero de ellos, Pierre, llegó en 1818, fue bien cuidado por Rivadavia e hizo magníficas obras de arquitectura y de dibujo, entre ellas el pórtico de la Catedral de Buenos Aires. Su hijo Pedro, uno de los favoritos de la generación de 1880, hizo el trazado de La Plata y su Catedral, entre otros cientos de ejemplos magníficos. Esto produjo que el intendente de La Plata fuera a visitar al jefe de gobierno de Buenos Aires para pedir un escarmiento, lo que se hizo: los demoledores Federico Wetko, Ángel Palacios y Marcelo Heredia, de Agro Bolivar, difícilmente aparezcan nuevamente por la ciudad. Atrás quedan los nombres de los verdaderos propietarios y responsables que, como siempre, mandan a otros al frente.
Pero el tema era mas complejo: la planta Baja de la casa ha sido demolida casi en su totalidad en la década de 1990, porque el terreno era usado para un estacionamiento ilegal cuyos portones estaban sobre Independencia, a la vista de todos menos de los responsables. Yo mismo lo denuncié al director del Casco Histórico, en público, precisamente quince días antes de estos sucesos. El primer piso estaba ocupado por varias familias. La empresa quería construir un edilicio aprovechando que también era propietaria de un pequeño lote de ocho metros de ancho por todo el fondo, justo en la esquina, remanente de la ampliación de la avenida en la década anterior. Para ello pidieron permiso de demolición en base a una evaluación firmada por un ingeniero, a partir de los problemas estructurales que tenia, aunque reconociendo el valor por su pertenencia al Casco Histórico. Ahí estuvo el primer error: ¿por qué pueden opinar sobre edificios históricos quienes no están especializados en la materia? ¿No sería adecuado que sobre conservación y restauración sólo opinen los que tienen esos títulos? La diferencia es abismal; uno resuelve demoliendo y haciendo obra nueva –aunque parezca vieja–, el otro arreglando para conservar. Son las diferentes concepciones de su trabajo.
La reacción social fue tremenda y, creo, la primera de este tipo con tanta virulencia. De lo que nadie se dio cuenta es que no era la casa de los Benoit. La casa verdadera había tenido el número 793 y estaba en la esquina demolida en 1978 para ampliar Independencia; esta era la de al lado. En origen, ya la numeración cambió en la ciudad en 1900, era el numero 217. La parte mas antigua la había hecho Pierre Benoit, que al casarse usó un terreno de su suegra. Su hijo Pedro la amplió construyendo la fachada neogótica que sobrevivió hasta 1978 y puede verse en fotos antiguas. Aquí cabe una pequeña digresión: una leyenda dice que Pierre Benoit era Luis XVII, el hijo de Luis XVI y Maria Antoniera, heredero del trono de Francia, quien se había salvado de la Revolución huyendo en silencio a estas lejanas costas.
Durante el año 2000 el gobierno de la ciudad, a través de su Instituto Histórico, había hecho intensas excavaciones arqueológicas y estudios en el terreno vecino, que si pertenecía a la casa de los Benoit. ¿Por qué nadie consultó a los especialistas siendo del propio gobierno, y gratis? ¿Es el mismo trauma que con los restauradores? Lo sabíamos, todo estaba documentado, la idea de la demolición estaba ya determinada desde hacía años, el propio gobierno de la ciudad ya había intervenido y trabajado en el lugar, entonces ¿por qué nos pasan estas cosas?
Es extraordinario que la comunidad reaccione ante la infracción de la ley, pero hagámoslo bien. El patrimonio es algo tan endeble que un error lo destruye, y no tiene marcha atrás. Lo que pidió el intendente de La Plata, que se la reconstruya, podía ser una buena lección, pero no engaña a nadie; ya no es lo mismo. Especialistas para que estas cosas no ocurran, desde la demolición hasta el conocimiento de la propiedad de la casa, hay de sobra. Solo hay que consultarlos. Si no, pasa lo que pasa.