1984 no parece algo tan antiguo para un sitio maya como Palenque, quizás tampoco para su conocimiento que comenzó a finales del siglo XVIII, pero para el desarrollo de su cartografía y, por obviedad, el de entenderla como una gran ciudad si son unos cuantos años. Y años en que cambiaron muchas cosas sobre el lugar.
Como parte de un subsidio de investigación que me ofreció la Graham Foundation for the Advanced Studies in the Fine Arts, en 1981 se inició un trabajo de compilación de planos de sitios arqueológicos de México. Se trataba en ese momento de reunir todas las versiones existentes de los planos que hubiera, parciales o amplios, de todos los sitios prehispánicos, ya que Internet era una utopía apenas imaginable. Igualmente aun no existe esa compilación pero sería más fácil hacerla. Por otra parte los archivos del INAH eran algo inaccesible para el común de la gente incluso interesada en esos temas.
Se reunión así casi dos mil planos, muy diferente entre sí obviamente, pero pese a todo el esfuerzo realizado era absolutamente imposible completar el trabajo. Habían varios motivos: porque se seguían haciendo planos a medida en que se investigaba, porque el INAH decidió comenzar a trabajar con nuevos relevamientos más detallados mapeando uno a uno todos sus sitios, y porque fuera de México las instituciones tenían poco o nada hecho y no era simple obtener que lo había. Igualmente se logró reunir una colección de más de mil planos poniendo como fecha tope el año 1983.
Esta idea de reunir esa información no era presagio de Internet y de accesibilidad democrática, sino algo más simple: la enorme mayoría de los planos estaban editados en revistas, libros publicados en diferentes países –la mayoría ya agotados-, o no eran conocidos ya que habían sido hechos por viajeros o ilustrados que no fueron traducidos. Había una cantidad realmente significativa y al reunirlos mostraba cosas importantes: no sólo hablaban de la mirada de quien hizo el plano y de su tiempo, sino también de las herramientas de trabajo accesibles, del estado de los sitios, de la complejidad de comprender su estructura, de lo atávico del “concepto del centro ceremonial” que tanto daño hizo durante un siglo, de la manera de dibujar y de cómo operaban los mecanismos de selección de qué mostrar y qué no valía la pena hacerlo. Y finalmente la evolución de las técnicas de cartografía arqueológica.
Por avatares de la vida la mayor parte de esos planos y sus textos e índices anexos fueron donados a FAMSI (Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies) hacia el año 2000. Hoy, esos planos, en su mayoría en fotocopias, deben ser ilegibles, pero al menos la compilación se llevó al límite de lo factible a un momento determinado y ahí debe seguir estando. Y en 1984 cambié de país de residencia y todo quedó archivado. Supongo que la mayor parte, en la medida que son copias, sólo sirve la referencia bibliográfica de dónde podría reproducirse en buena calidad. Un pequeño grupo de planos originales hechos por Frans Blom fueron a la biblioteca de la Universidad de Tulane.
Pero como siempre sucede con los trabajos que tienen miles de hojas, quedaron planos sueltos. Y en manos de Víctor Rivera Grijalba quedó el plano de Palenque que se estaba completando en 1984, quien los guardó todos estos años. No era nada simple dibujarlo (sin tecnologías actuales): poco antes se había editado una cartografía excelente del lugar que mostraba la amplitud de un sitio que había sido tradicionalmente imaginada como formando por grupos aislados ubicados alrededor de un palacio. Los planos mostraron que era una zona compleja, llena de construcciones variadas y mucho más grande de lo supuesto hasta aquel entonces.
El proyecto llevado a cabo por Víctor Rivera fue unir en un solo dibujo toda la información, usando el nuevo plano de base con los agregados y correcciones que iban surgiendo. Para concretar esa idea se hicieron estos dos planos que quedaron olvidados. Ahora encontramos el primer borrador, con varios errores menores y una versión casi final, dibujados a línea sobre papel calco.
Para quien quiera usarlos, o le sirva como muestra del estado del conocimiento en 1984 de un asentamiento maya clásico en época de plena investigación, los ponemos a disposición. Primero citando en detalle a los que generaron los planos sobre los que basamos nuestra reconstrucción, que fueron quienes realmente hicieron los grandes esfuerzos. Nuestro tardío agradecimiento a todos los que nos aportaron datos y copias de sus dibujos y en especial a Víctor Rivera que hizo el trabajo de sumar todo.
Los dos planos, la versión borrador y la final, están hoy en la Zimmerman Library, Latin American Collection, University of New Mexico.