Artículo publicado en “Las representaciones de arquitectura en la arqueología de América”, volúmen I (Mesoamérica), pps. 139 – 147, ISBN 968-58-0295-5, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 1982.
TIKAL
Los mayas han sido uno de los pueblos mesoamericanos que mayor variedad de representaciones de arquitectura nos muestran, aunque ninguna de ellas en gran cantidad de ejemplos. Podemos citar las maquetas en cerámica, pinturas murales, dibujos en códices, graffiti, esgrafiados y pinturas en cerámicas, etc. Entre todos estos temas, de los cuales se amplían varios en otras partes del libro, quisiéramos destacar los graffiti de los edificios de Tikal, en El Petén, Guatemala, por considerarlos como uno de los mejores exponentes del tema.
Éstos eran conocidos desde el siglo pasado, en que Teobert Maler describió y comentó algunos de ellos, particularmente los del Templo II (estructura 5D-2). Durante los trabajos realizados en el decenio pasado enTikal, se hizo el relevamiento de muchos de ellos, pero no se han publicado en su totalidad; a la fecha sólo conocemos los incluidos en el artículo de Helen Webster (1963: 37-47). Para este trabajo hemos ubicado algunos más, que pudimos fotografiar nosotros mismos en 1975.
Entre estos multitudinarios esgrafiados murales, la variedad temática es lógicamente enorme, ya que es posible que éstos no sólo se hubieran realizado durante diversas épocas —desde la construcción del edificio hasta su derrumbe, incluyendo la época de abandono—, sino también por diversas personas provenientes de diferentes estratos sociales y culturales. Hay simples dibujos de animales mal acabados y realizados con un trazo rápido y sencillo, mientras otros muestran inscripciones jeroglíficas y dioses con complejos atavíos y tocados. Algunas escenas complejas, como el sacrificio por flechas (en el templo II), la procesión del Palacio de los Cinco Pisos, los jeroglíficos de la estructura 5D-33 y el jaguar gigante del Palacio Maler se destacan por su excelente calidad y compleja realización.
Uno de los fipos más interesantes para nosotros es el que muestra ejemplos arquitectónicos. Los hay de variado tipo, entre los que podemos citar los altares y basamentos y las pirámides con o sin templos en la parte superior.
En el primer grupo, el más simple, quizá el mejor sea el ya citado jaguar gigante, que nos muestra esta común deidad maya sobre un sacerdote o dignatario sentado en su trono, todo esto encima de un basamento escalonado con su escalera frontal.
En el segundo grupo de graffiti encontramos un basamento piramidal de nueve pisos, los tres primeros con escaleras inclinadas, que se encuentra en el Palacio Maler. A un lado de éste está el graffiti más llamativo de Tikal: una pirámide escalonada de cinco pisos con su escalera frontal vista lateralmente. En cada escalón del basamento hay dos puertas o vanos y varias escaleras cruzadas. En la parte superior encontramos un templo sobre un pequeño basamento (no posee puertas) y por encima de él la gran crestería como remate superior. Es interesante destacar que, además de la gran escalera, poseen otras inclinadas y estrechas, posiblemente de madera, para facilitar el acceso a los diferentes pisos, que dado el sistema de superposiciones constructivas debió ser extremadamente complejo. Otro edificio similar del mismo palacio es el que muestra un basamento de nueve niveles bajos y por encima un templo con un extraño techo cónico, posiblemente de madera y paja. Es de lamentar que el autor no tuviera la misma calidad de dibujo que el anterior, ya que nos mostraría con detalle un tipo de construcción que lamentablemente no ha sobrevivido por causa del tiempo.
Como el último ejemplo, citamos una gran pirámide del interior del templo II, en el cual se ve un basamento de tres niveles, con sus molduras bien marcadas y su escalera frontal. Por encima de ellos se destaca un templo sobre su basamento liso y un techo seguramente realizado de madera y paja, dada su forma peculiar. Al igual que en los casos ya citados, la escalera está inclinada respecto a la vertical. Si esto fue casual o quizás un elemental recurso perspectívico es difícil de saber en realidad.
Quisiéramos remarcar una vez más, la importancia de estudiar y relevar estos graffiti, ya que son una evidencia viva, no solamente de tipos arquitectónicos desaparecidos, sino más aún, de la visión de la realidad que los habitantes de estas construcciones tuvieron de ellos mismos, de su arquitectura y de su mundo circundante.
CHICHÉN ITZÁ
En esta gran ciudad maya se han descubierto varios graffiti de tipo arquitectónico. De ellos quisiéramos destacar tres, que posiblemente sean los más interesantes: dos de ellos provienen de la columnata que enfrenta al Templo de los Guerreros y otros se encuentran en El Caracol: éstos han sido publicados por Morris, Charlot y Morris (1931: 474-475).
De los dos graffiti copiados por Jean Charlot en la columnata noroeste, el primero no presenta a primera vista sino un interés muy relativo, debido sobre todo a su grafismo elemental, diríamos “infantil”. El templo-pirámide aquí representado no pasaría en efecto de ingenuos garabatos si no fuera por el dato interesante a nuestro juicio, de los adornos del techo, que sugieren con bastante claridad el efecto visual que producen, en la orilla de los techos, aquellas esculturas caladas que a menudo afectan la forma estilizada de conchas de caracol cortadas en el sentido transversal. Nos referimos a las mal llamadas “almenas”, que convendría designar más bien con el nombre de “remates de techo” (o “remates de pretil”), y que en Chichén Itzá forman parte de la nueva tradición tolteca proveniente del lejano altiplano central mexicano (el origen de estos elementos escultóricos de remate para los techos remonta, de hecho, a la tradición clásica teotihuacana). El segundo ejemplo representa un templo trepado a lo alto de una gigantesca pirámide, pero (no obstante su dibujo mucho menos rudimentario) no nos aporta en sí ningún dato que nos parezca útil o, al menos, novedoso.
Conservado tan sólo en parte, el tercer ejemplo, tal como lo calcó Jean Charlot en El Caracol, nos muestra una escueta versión de un santuario que, desplantándose sobre su propia plataforma de acuerdo con una antiquísima usanza maya, se alzaba aparentemente en la cúspide de un elevado basamento piramidal escalonado. Ostenta encima de la puerta una ancha cornisa “de atadura” cuyo origen remonta a la tradición peninsular de la época clásica al igual que la crestería que parece haber coronado el techo. Existe, sin embargo, indicios de que el edificio descrito aquí corresponde a un período mucho más reciente, posterior incluso a la caída definitiva de Chichén Itzá hacia el primer cuarto del siglo XIII, y tal vez contemporáneo de la hegemonía de Mayapán. Es a partir de este período tardío cuando florece, en efecto (en Mayapán, en sitios de la costa caribe como Tulum y hasta la lejana Topoxté en pleno Petén guatemalteco), un tipo de edificios que se distingue, entre otras cosas, por el peculiar tratamiento de sus paramentos exteriores cuya parte superior, tras haber acusado un marcado quiebre con respecto al talud que la sustenta, sobresale ligeramente en voladizo. Frecuentemente en esta misma fase tardía, otro dato igualmente presente aquí es la enfatización del marco de la puerta así como la diferencia de éste —en volumen, textura y color— en relación con el resto de los paramentos de fachada (en los que suele recortarse con toda claridad este marco que a menudo —debido a la unión del dintel con sus dos jambas—, afecta la forma de una gruesa II).
Por encima de estas consideraciones estilísticas, el principal interés de estos graffiti nos parece residir en la presencia, tras el marco de la puerta, de un objeto aparentemente tejido que, colgado a la manera de un grueso cortinaje, aísla el espacio interior del santuario con respecto al medio exterior. Pues si en la arquitectura mesoamericana nunca existió, hasta donde llegan nuestros conocimientos, nada que se asemejara a nuestras puertas sólidas cuyas hojas se suspenden de sus goznes a la vez que giran sobre ellos, existen bastantes bases para creer que otros eran los medios empleados para protegerse contra la intemperie, o simplemente para aislar un espacio interior de otro (interior o exterior) con el fin de brindar privacía o de subdividir el espacio. En efecto —y el presente ejemplo es precisamente uno de los pocos documentos gráficos que conocemos en este renglón, junto con una maqueta zapoteca y unas escasas representaciones arquitectónicas pintadas en códices mixtecas— tal parece que para ello se recurría a mantas u otros tejidos de fibras diversas (o hasta la palma), más o menos ricamente bordadas y adornadas, suspendiendo éstos de sus puntas superiores y sujetando a menudo los costados, en sus partes intermedia e inferior, mediante anillos o anclajes dispuestos para este fin a ambos lados de los vanos. Existen por añadidura, pruebas arqueológicas de semejantes anillos o anclajes hallados in situ (y hasta en ocasiones por pares sucesivos distribuidos en dos o tres niveles a lo largo de los apoyos), tanto en la zona maya como en Teotihuacán y otras áreas de Mesoamérica. Muy diversas eran sin duda las soluciones empleadas y, según el caso, permitían colgar y amarrar aquellas mantas —u otras protecciones— a través de distintos tipos de aberturas, ya se tratase de un vano dando al exterior (el caso más frecuente), de una puerta de intercomunicación o aún de un espacio porticado, como por ejemplo el patio del palacio del Quetzalpapalotl en Teotihuacán. Y para completar este inciso, cabría añadir le existencia encima del nivel de los vanos y a lo largo de las molduras salientes del edificio (como en el caso del templo de la Cruz en Palenque), de anillos concebidos tal vez para suspender, con motivo de alguna festividad particular, una serie de mantas u otro género de adornos.
NAKUM
Ya que hemos reseñado algunos graffiti de Tikal y Chichén Itzá, quisiéramos aprovechar para describir otro más, proveniente de Nakum. Éste es muy simple y fue descubierto por Tozzer (1913: fig. 48h) y luego reproducido por Wauchope (1934:121). Muestra una vivienda de madera y techo de paja, incluyendo las ataduras de las maderas de los muros. Como cosa notable podemos ver que ha sido realizada en corte, y no en fachada o vista lateral, lo que es más común. Éste se encuentra en uno de los muros del templo A según la clasificación de ese primer autor.
HOCCHOB
En una de las paredes internas del palacio principal (estructura II) se encuentran unos graffiti interesantes: puede apreciarse una hilera de personajes que convergen hacia una pirámide con un alto basamento, escalera frontal y templo superior. Sobre la escalinata se encuentra un personaje y es notable en todos ellos lo decorado de sus rostros y vestimentas. En el extremo se encuentra un águila imperial de Austria, similar a otras dos encontradas en incisiones del lugar. Es posible que todo el graffiti sea poscolonial, y hasta realizado por un español y no por indígenas, durante el siglo XVI. Éste fue descubierto y publicado por Robina en 1956 (pag. 44 y fig. XIXa). Es de hacer notar que el mecanismo perspectívico para mostrar la escalera de frente y el edificio de perfil es exactamente igual al utilizado en Tikal.