El presente artículo es un texto preparado para la edición en CD – Rom de la serie El Área Fundacional de Mendoza, volumen 3, en el año 2005.
Introducción a la historia
El tema de la provisión de agua era un viejo problema de la ciudad de Mendoza, el cual era complejo de resolver por sus costos y por la tradicional desidia de sus autoridades ya que contaban con las acequias para la vida cotidiana. Sabían que esa agua no era realmente potable y causaba enfermedades endémicas en la ciudad, como el bocio, pero tomar recaudos como traer el agua potable desde lejos era una exigencia compleja.
No sabemos cómo pero el 13 de agosto de 1804 recibió Don Cristóbal Barcala, como responsable del “Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento” un extenso “pedimento” (1) de Don Juan Pescara con una idea magistral: ofrecía construir una fuente de agua potable que la ciudad no tenía y sí necesitaba, en la Plaza Mayor, a cambio de que le dieran el monopolio de la venta de carne a la ciudad (2). El documento dice así, en una larga autojustificación de su presentación:
“Don Juan Pescara de este vecindario ante ustedes en la forma que haya lugar en derecho parezco y digo que meditando un arbitrio con que sin gravamen del pueblo y sus vecinos pueda ocurrir al reparo de sus obras públicas o a los establecimientos que por defecto de Propios y Arbitrios me hallo cabalmente impuesto no pueden llegar a efectuar los derechos con que usted medita el remedio a las necesidades públicas y utilidad de este vecindario, me ha ocurrido el presentar a Usted el Arbitrio siguiente: no es fácil encontrar el modo con que permicionándose los vecinos como es justo para una obra que interese a todos pueda guardarse proporción con la utilidad que resulta a cada uno y con sus posibilidades y facultades. Esta consideración y también el no ser generalmente bien recibido el vecindario el ramo conocido hasta aquí con el nombre de Ramo de la Carne, ha hecho que Usted no se haya valido de este Arbitrio, ya para los pagos en que estaba empeñada la ciudad y ya para la construcción de una pila a que conduzcan algunas de las aguas de manantiales, que tenemos inmediatas y de excelente calidad, se le proporcione al pueblo el uso de ellas y se eviten estragos que padece su salud pública y que generalmente se conceptúa provenía de las aguas que se usa actualmente”.
En base a esto, es decir a que nunca se había usado el arbitrio (3) de otorgar el Ramo de Carnes para recabar dinero para el uso en obras como una fuente o pila, es que Pescara propuso que: “para la satisfacción de las deudas públicas que ocasionalmente tiene en contra la ciudad seguidamente, para la construcción y pila y mejora de aguas en beneficio de la salud pública” se le conceda ese ramo, por el cual el pagaría al Cabildo una suma mensual que se podría destinar a hacer la fuente y su conducto (4).
Por cierto que la oferta no era mala ya que por un lado solucionaba un antiguo problema y por el otro incluso incluía los precios máximos a los que debía vender, pese a lo que sin duda era un excelente negocio para quien había tenido la idea. Por ello parece que la propuesta fue bien recibida y discutida en Cabildo, entre esa fecha y el siguiente mes de noviembre. Poco más tarde se aprobó y se hicieron los carteles anunciando la decisión para recibir críticas o rechazos de los vecinos, lo que era el mecanismo legal habitual: dar a conocer y esperar quejas si las hubiera. Como reacción se presentaron ante el Cabildo un grupo de vecinos que se opusieron terminantes de la siguiente manera:
“Pedimento: Don Fernando Guiraldes y demás abajo firmantes, todos vecinos hacendados, parecemos ante Usía con el mayor respeto y decimos: que estamos anoticiados por los públicos carteles del arbitrio que oficiosamente se ha propuesto por Don José Pescara en obsequio al público para subvenir a las obras necesarias a que Ustedes, como representantes del vecindario, se interesan, como así mismo en haber varias acrecencias en que está comprometido el público por propia utilidad y demás fines que contiene el premeditado proyecto del expresado Don José”.
Conflictos de intereses
A partir de este pedido se inició un muy largo litigio entre las autoridades y los estancieros criadores de ganado que no querían que existiera un monopolio del abasto de la carne ya que obviamente los perjudica a todos para favorecer a sólo uno, Pescara, aunque sí ganaba el vecindario por la obra de la fuente. Lo interesante de todo esto está en que la discusión se centraba en los beneficios o daños que implicaba el monopolio, pero nunca se hicieron otras propuestas para resolver el tema de la falta de dinero para hacer la obra. Es decir que se estaba pidiendo que no se le diera el negocio, lo que parece justo, pero no se ofrecía otra alternativa para recaudar el dinero para un fin necesario. Es más, nadie parecía interesarse en la fuente.
El tema se cerró con una fuerte negativa de los cabildantes a la propuesta inicial y todo quedó como al principio: sin la construcción de la fuente. Pero al parecer el tema siguió ya que la necesidad de la obra era obvia, por lo que otro documento del 28 de junio de 1806, firmado por Ignacio Antonio Terranova, ofrecía algo similar, en este caso el asumir el abasto de carne a cambio de hacer obras en la recova del Cabildo y además mantener a los presos que estaban encerrados en la cárcel; otro expediente del 4 de julio de 1806 volvió sobre el mismo tema (7). También sabemos que en 1810 aun seguían las propuestas y frustraciones de esa obra, la fuente, según las actas del Cabildo.
La construcción del acueducto y fuente
Las obras finalmente se llevaron a cabo durante los veranos de los años 1812, 1813 y 1814 bajo la dirección de Don Nicolás Santander. Los documentos que se han conservado muestran sólo rendiciones de cuentas semanales de los gastos del trabajo (8) y alguna liquidación anual, no nos indican cómo se organizó el Cabildo para financiarla. Los papeles muestran a este “Comisionado de la sequia (acequia) de la pila” trabajando con un grupo de peones que ronda los diez, dos maestros, un capataz y “la bestia del trajín” (un buey), los que semana a semana avanzaban con el acueducto y dos puentes. Así el primer documento indica haber llevado “tierra al puente”, el segundo que han “asentado y tapado de piedra y cal 340 varas (de acueducto) y acarreo de materiales”, otro indica “200 varas de la acequia con cal y canto”, más tarde que “cavé 20 varas entrando al hoyo en donde se ha de formar el depósito del agua”, en donde a la semana siguiente “se ha acopiado piedra para el pósito el que se va construyendo”, y más tarde “se ha concluido el depósito de agua (…) y se ha compuesto la obra hasta el Challao que estaba muy maltratada”. Esto último se debe a que se trabajó durante los veranos y en el año 1814, al retomarse las obras, se debieron encontrar muchos problemas y deterioros. Al parecer en esta tercera etapa se hicieron algunas otras obras junto con ésta ya que en los documentos se encuentran gastos como el hacer una puerta con clavos y aldaba, “un tarugo para cañón” (obviamente de madera) y “un palo de algarrobo para cimbra”, todos gastos que no tienen relación según entendemos con la fuente propiamente dicha y su acueducto.
En los documentos conservados en el archivo provincial se pueden ver algunos de los gastos diarios, los pagos extras por cada objeto y producto adquirido, desde un candado hasta un cántaro, o “un almud de sal”, o “el pasto para la bestia del trajín” y otros gastos para dar de comer al personal. Al final del expediente se encuentran tres hojas que incluyen gastos que debieron efectuarse en 1819 para hacer diversos arreglos en el conducto del agua a la ciudad por un total de $ 298, aportados por el Cabildo y por donaciones de particulares. En la obra se usó mano de obra de albañiles contratados y de los presos de la cárcel. Es probable que estos arreglos se hayan repetido en muchas oportunidades por causa de aluviones y temblores de tierra.
Con los años
Al parecer la fuente siguió con su útil función hasta el terremoto de 1861 en que quedó arruinada definitivamente por el gran terremoto de ese año. En realidad se venía colmatando con tierra con los aluviones de cada verano, hasta casi desaparecer lo que efectivamente sucedió con el temblor. En 1930, en que ya existía en el sitio un enorme relleno de basuras para nivelar toda la plaza, tuvo la mala suerte de que le hicieran otra fuente encima, destruyendo lo que quedaba de la antigua bajo tierra. Sus restos excavados en 1992 pueden verse hoy bajo la plaza, donde una nueva fuente se muestra airosa y recuperada.
Algún tiempo después –pero ya no es parte de esta historia- descubrimos el acueducto y el manantial de origen del agua del cual sigue manando aunque ahora para el uso de la pileta de un club de periodistas. Se hicieron obras para conservarla y que el público puede seguir viendo la fuente en el medio del nuevo parque.
Agradecimientos
Todos los documentos aquí citados se hallan resguardados en el Archivo Histórico de la Provincia, agradecemos a su personal el habernos facilitado copia de ellos. Asimismo agradecemos al diario Clarín las fotografías y dibujos sobre la fuente.
Referencias
- Pedimento: pedido
- La venta de la carne vacuna era monopolio del Estado
- Arbitrio: significaba una decisión esporádica, no general, sobre un tema en especial.
- Juzgado de Aguas (ordinario), Documento 30, Carpeta 37, año 1806 (mal fechado en carátula), titulado “Sobre la construcción de una pila que abastezca de agua a la ciudad”, pags. 1 a 3 reverso.
- Ídem, pags. 4 a 10 reverso
- Documento incluido en el anterior de dos hojas y sus vueltas.
- Ídem, una hoja.
- Archivo Histórico de la Provincia, Documento 7, Carpeta 147, año 1814, “Orden de pago del Cabildo a favor de Don Miguel Santander”.