Artículo publicado en el suplemento del diario UNO de Mendoza, en las pps. 20 y 21, el domingo 13 de marzo de 2011. Existe también una versión digital de dicha publicación en el sitio de Diario Uno.
¿Es posible que la imagen más conocida de Mendoza antes del terremoto de 1861 sea el producto de una copia, entre dos de los más grandes artistas del país?
Durante el inicio del siglo XIX cuando los medios de reproducción gráfica eran pocos era habitual que un artista copiara a otro, o que se hicieran copias de una imagen cuando tenía éxito: recuerdos de viajero, obsequios, muchas razones llevaban a que una obra tuviera múltiples imágenes. Pero si se trataba de un cuadro con pretensiones las cosas eran diferentes, aunque incluso los óleos más importantes tuvieron copias, de época y posteriores, hechas para papas y reyes. Las dos Venus de las Rocas de Rafael que existen –y él pintó sólo una-, son buen ejemplo de que no se sepa cuál es la verdadera, sin que una sea necesariamente falsa [1]. La intención era reproducir, no ganar dinero de manera poco honrada, en la mayoría de los casos. El cambio con los grabados y la litografía permitía reproducir, avanzando para competir con la fotografía.
Lo que sí es raro de encontrar son dos artistas conocidos que firmaron sus obras y las publicaron con pretensiones de arte, de creación y originalidad, y que se copiaran entre ellos, sea quien sea el que lo hizo. Por eso nos llama la atención dos obras sobre el centro de la antigua ciudad hechos por León Pallière y Anton Göering. Seguramente ninguno de ambos imaginaba que sus obras iban a ser las más importantes de Mendoza ya que en 1861 todo caería bajo el terremoto [2]. Hay por cierto otras imágenes parciales que no lograron mostrar la plaza como lo hicieron ellos; o son reconstrucciones posteriores al terremoto. Las dos obras son tan similares que es habitual que se las confunda.
Ambos cuadros nos muestran la plaza central o Plaza de Armas desde un mismo y peculiar punto de vista, el balcón del primer piso del Cabildo, mirando las montañas, con San Francisco a la derecha y la Catedral a la izquierda. El punto de vista, la imagen, los límites y la mirada son la misma y si bien es razonable la búsqueda de una perspectiva central elevada en dos artistas de similar formación para captar paisajes urbanos, otros hicieron cosas diferentes.
Es difícil decir quién fue el primero ya que ambos estuvieron aquí para los mismos años y más de una vez, pero lo que nos importa es si uno se basó al menos –por no decir que copió- al otro. Pallière viajó al país entre 1857 y 1860 y recorrió el interior y viajo a Chile pasando por Mendoza. Goering estuvo entre 1856 y 1858. Posiblemente al publicarlas, ambos sabían de la destrucción de lo que habían visto, lo que le daba más importancia a su obra, terminada o no, bocetada o no.
Christian Anton Göering (1836-1905) fue un explorador poco conocido entre los que trabajaron en la Argentina. Incansable pintor, naturalista, observador de la vida en los países que él veía como exóticos en el trópico americano. Nació en Prusia y su especialidad fueron la zoología y el arte, acompaño como a América a Hermann Burmesteir para especializarse y hacerle los dibujos. En 1866 organizo una expedición a Venezuela que fue su mayor trabajo donde estuvo ocho años recorriendo, coleccionando y dibujando. Allí se considera su aporte como el más completo en su género, notable por las ilustraciones con lo que permitió difundir la naturaleza que había recorrido. Fue una tarea realmente formidable [3]. Estuvo aquí trece meses y es difícil saber cuándo se hizo el dibujo de Mendoza o si se completó en Europa. A esto se suma que sus grabados y obras se fueron publicando en diferentes ediciones de las obras de Burmeister, en especial su Viaje por los estados del Plata 1857-1860 editada en Halle en 1861 [4]. En 1874 se radicó en Leipzig.
Juan Pedro León Pallière (1823 -1887) fue un artista con mucha relación con Argentina y sus costumbres ya que en sus estadías realizo una obra de gran envergadura, figurando en el canon de las obras pintoresquistas, gauchescas y románticas del siglo XIX nacional. Nació en Brasil en una familia de artistas y fue inscripto en la embajada del país de su madre y él se consideró como un europeo mirando lo exótico americano. Su formación fue francesa hasta 1855. Había pasado ya por Buenos Aires y volvió a radicarse varios años haciendo viajes por el país, Chile, Brasil y Uruguay. En 1864-1865 editó un álbum de litografías regionales [5]. En 1866 se fue Francia, abandonó lo criollo y se dedicó a la pintura histórica europea. Su obra en la Argentina lo hizo muy conocido y quedó como uno de los artistas más reconocidos en el territorio nacional [6].
Si observamos las dos obras hay detalles que nos dan pistas para pensar quién se basó en el otro. Por ejemplo si vamos de izquierda a derecha ambos comienzan con la Catedral, la plaza al centro con la fuente que la hacen sutilmente diferente pero las fachadas de la casas que enfrentan al artista tienen mucho más detalle las de Goering: las puertas, ventanas, molduras, balcones, todo está dibujado mientras que Pallière no incluye todo eso, por el apuro, por simplificar el grabado o no lo ve o no le importa. Pero no sólo es igual si no que hasta los árboles de atrás dejan los mismos espacios faltantes. No hay duda en cambio que Goering observó con cuidado lo que veía. Al llegar al extremo derecho, la iglesia de San Francisco destacó cada elemento. Pero algunas molduras de la iglesia de Pallière no figuran en el otro quien a su vez no supo interpretar el atrio que esa iglesia tenía, que estaba en la manzana de al lado y no adelante. La cuadra de la derecha también está más lograda, con puertas, ventanas y pilastras.
Parecería que Pallière –o su grabador y/o editor- tomó apuntes muy cuidadosos del lado derecho de la plaza, algo de la izquierda y al frente aprovechó a Göering. Lo mismo hizo con la plaza a la que sólo le cambió la ubicación de las diminutas personas y el plato de la fuente. E inventó, para dar tono romántico, una montaña nevada y un volcán en erupción que no existe. Es decir: creemos que ya sabía de la destrucción de la ciudad, lo asoció a una erupción e hizo uno humeante al fondo, aunque pequeño. Si su obra se publicó como álbum de cincuenta y dos ilustraciones grabadas, en 1864-65, el tema del temblor y la destrucción de la ciudad eran más que conocidos, y él había estado ahí. Si el editor aprovechó la obra de Göering para mejorar el trabajo es imposible de saber. Lo concreto es que la poca evidencia que hay parece apuntar en esa dirección. En este caso el gran artista brasilero-francés, que hizo obras de enorme significación y óleos excepcionales, aprovechó algo hecho por otro que no sabemos cómo logró tener en sus manos.
Referencias
[1] Daniel Schávelzon, Arte y falsificación en América Latina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.
[2] Daniel Schávelzon, Historia de un terremoto: Mendoza 1861, Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2007.
[3] Claudio Briceño, “Visiones geohistóricas del siglo XIX venezolano en las obras de Alejando Humboldt, Friedrich Gerstäker y Christian Anton Goering”, Presente y Pasado, Revista de Historia. Vol. 10, no. 20, pp. 88-106, 2005; Elías Iturrieta y Pedro Calzadilla, La mirada del otro: viajeros extranjeros en la Venezuela del Siglo XIX, Fundación Bigott, Caracas, 1987; Eduardo Rohl, Anton Goering, 1836-1905, Tipografía Americana, Caracas, 1948 y Exploradores famosos de la naturaleza venezolana. Fundación de Promoción Cultural de Venezuela, Caracas, 1987.
[4] Burmeister, Reise durch die La Plata–Staaten, 2 vols, H. W. Schmidt, Halle, 1861.
[5] Habitualmente los grabados no los hace el artista mismo sino un grabador a quien se le encargaba el trabajo, en este caso fue el muy conocido Jules Pelvilain, editor en Buenos Aires.
[6] Jean León Pallière, Escenas Americanas: reducción de cuadros, aquarelles y bosquejos., Fusoni Hnos, Buenos Aires, 1864; León Pallière, Diario de viaje por la América del Sud (1856-1866), Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1945.
Durante el inicio del siglo XIX cuando los medios de reproducción gráfica eran pocos era habitual que un artista copiara a otro, o que se hicieran copias de una imagen cuando tenía éxito: recuerdos de viajero, obsequios, muchas razones llevaban a que una obra tuviera múltiples imágenes. Pero si se trataba de un cuadro con pretensiones las cosas eran diferentes, aunque incluso los óleos más importantes tuvieron copias, de época y posteriores, hechas para papas y reyes. Las dos Venus de las Rocas de Rafael que existen –y él pintó sólo una-, son buen ejemplo de que no se sepa cuál es la verdadera, sin que una sea necesariamente falsa[1]. La intención era reproducir, no ganar dinero de manera poco honrada, en la mayoría de los casos. El cambio con los grabados y la litografía permitía reproducir, avanzando para competir con la fotografía.
Lo que sí es raro de encontrar son dos artistas conocidos que firmaron sus obras y las publicaron con pretensiones de arte, de creación y originalidad, y que se copiaran entre ellos, sea quien sea el que lo hizo. Por eso nos llama la atención dos obras sobre el centro de la antigua ciudad hechos por León Pallière y Anton Göering. Seguramente ninguno de ambos imaginaba que sus obras iban a ser las más importantes de Mendoza ya que en 1861 todo caería bajo el terremoto[2]. Hay por cierto otras imágenes parciales que no lograron mostrar la plaza como lo hicieron ellos; o son reconstrucciones posteriores al terremoto. Las dos obras son tan similares que es habitual que se las confunda.
Ambos cuadros nos muestran la plaza central o Plaza de Armas desde un mismo y peculiar punto de vista, el balcón del primer piso del Cabildo, mirando las montañas, con San Francisco a la derecha y la Catedral a la izquierda. El punto de vista, la imagen, los límites y la mirada son la misma y si bien es razonable la búsqueda de una perspectiva central elevada en dos artistas de similar formación para captar paisajes urbanos, otros hicieron cosas diferentes.
Es difícil decir quién fue el primero ya que ambos estuvieron aquí para los mismos años y más de una vez, pero lo que nos importa es si uno se basó al menos –por no decir que copió- al otro. Pallière viajó al país entre 1857 y 1860 y recorrió el interior y viajo a Chile pasando por Mendoza. Goering estuvo entre 1856 y 1858. Posiblemente al publicarlas, ambos sabían de la destrucción de lo que habían visto, lo que le daba más importancia a su obra, terminada o no, bocetada o no.
Christian Anton Göering (1836-1905) fue un explorador poco conocido entre los que trabajaron en la Argentina. Incansable pintor, naturalista, observador de la vida en los países que él veía como exóticos en el trópico americano. Nació en Prusia y su especialidad fueron la zoología y el arte, acompaño como a América a Hermann Burmesteir para especializarse y hacerle los dibujos. En 1866 organizo una expedición a Venezuela que fue su mayor trabajo donde estuvo ocho años recorriendo, coleccionando y dibujando. Allí se considera su aporte como el más completo en su género, notable por las ilustraciones con lo que permitió difundir la naturaleza que había recorrido. Fue una tarea realmente formidable[3]. Estuvo aquí trece meses y es difícil saber cuándo se hizo el dibujo de Mendoza o si se completó en Europa. A esto se suma que sus grabados y obras se fueron publicando en diferentes ediciones de las obras de Burmeister, en especial su Viaje por los estados del Plata 1857-1860 editada en Halle en 1861[4]. En 1874 se radicó en Leipzig.
Juan Pedro León Pallière(1823–1887) fue un artista con mucha relación con Argentina y sus costumbres ya que en sus estadías realizo una obra de gran envergadura, figurando en el canon de las obras pintoresquistas, gauchescas y románticas del siglo XIX nacional. Nació en Brasil en una familia de artistas y fue inscripto en la embajada del país de su madre y él se consideró como un europeo mirando lo exótico americano. Su formación fue francesa hasta 1855. Había pasado ya por Buenos Aires y volvió a radicarse varios años haciendo viajes por el país, Chile, Brasil y Uruguay. En 1864-1865 editó un álbum de litografías regionales[5]. En 1866 se fue Francia, abandonó lo criollo y se dedicó a la pintura histórica europea. Su obra en la Argentina lo hizo muy conocido y quedó como uno de los artistas más reconocidos en el territorio nacional[6].
Si observamos las dos obras hay detalles que nos dan pistas para pensar quién se basó en el otro. Por ejemplo si vamos de izquierda a derecha ambos comienzan con la Catedral, la plaza al centro con la fuente que la hacen sutilmente diferente pero las fachadas de la casas que enfrentan al artista tienen mucho más detalle las de Goering: las puertas, ventanas, molduras, balcones, todo está dibujado mientras que Pallière no incluye todo eso, por el apuro, por simplificar el grabado o no lo ve o no le importa. Pero no sólo es igual si no que hasta los árboles de atrás dejan los mismos espacios faltantes. No hay duda en cambio que Goering observó con cuidado lo que veía. Al llegar al extremo derecho, la iglesia de San Francisco destacó cada elemento. Pero algunas molduras de la iglesia de Pallière no figuran en el otro quien a su vez no supo interpretar el atrio que esa iglesia tenía, que estaba en la manzana de al lado y no adelante. La cuadra de la derecha también está más lograda, con puertas, ventanas y pilastras.
Parecería que Pallière –o su grabador y/o editor- tomó apuntes muy cuidadosos del lado derecho de la plaza, algo de la izquierda y al frente aprovechó a Göering. Lo mismo hizo con la plaza a la que sólo le cambió la ubicación de las diminutas personas y el plato de la fuente. E inventó, para dar tono romántico, una montaña nevada y un volcán en erupción que no existe. Es decir: creemos que ya sabía de la destrucción de la ciudad, lo asoció a una erupción e hizo uno humeante al fondo, aunque pequeño. Si su obra se publicó como álbum de cincuenta y dos ilustraciones grabadas, en 1864-65, el tema del temblor y la destrucción de la ciudad eran más que conocidos, y él había estado ahí. Si el editor aprovechó la obra de Göering para mejorar el trabajo es imposible de saber. Lo concreto es que la poca evidencia que hay parece apuntar en esa dirección. En este caso el gran artista brasilero-francés, que hizo obras de enorme significación y óleos excepcionales, aprovechó algo hecho por otro que no sabemos cómo logró tener en sus manos.
[1] Daniel Schávelzon, Arte y falsificación en América Latina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.
[2] Daniel Schávelzon, Historia de un terremoto: Mendoza 1861, Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2007.
[3]Claudio Briceño, “Visiones geohistóricas del siglo XIX venezolano en las obras de Alejando Humboldt, Friedrich Gerstäker y Christian Anton Goering”,Presente y Pasado, Revista de Historia. Vol. 10, no. 20, pp. 88-106, 2005; Elías Iturrieta y Pedro Calzadilla, La mirada del otro: viajeros extranjeros en la Venezuela del Siglo XIX, Fundación Bigott, Caracas, 1987; Eduardo Rohl, Anton Goering, 1836-1905, Tipografía Americana, Caracas, 1948 y Exploradores famosos de la naturaleza venezolana. Fundación de Promoción Cultural de Venezuela, Caracas, 1987.
[4] Burmeister,Reise durch die La Plata–Staaten,2 vols, H. W. Schmidt, Halle, 1861.
[5] Habitualmente los grabados no los hace el artista mismo sino un grabador a quien se le encargaba el trabajo, en este caso fue el muy conocido Jules Pelvilain, editor en Buenos Aires.
[6] Jean León Pallière, Escenas Americanas: reducción de cuadros, aquarelles y bosquejos., Fusoni Hnos, Buenos Aires, 1864; León Pallière, Diario de viaje por la América del Sud (1856-1866), Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1945.