Artículo publicado en la Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, correspondiente al número 1, año 2007, pps. 153 a 175, ISSN 1851-3190, Sociedad Argentina de Antropología, ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Resumen
En la ciudad de Paraná, Argentina, existen construcciones subterráneas, entre ellas algunas galerías subterráneas que han sido interpretados como túneles misteriosos hechos en tiempos jesuíticos. Este estudio plantea el marco conceptual y la metodología para su estudio y el análisis de dos casos, que resultaron ser una galería de desagüe de un cerro y otro el sótano de una posible cervecería, ambos hechos en la segunda mitad del siglo XIX. Es un ejemplo de arqueología contractual con un municipio y se explican los problemas que surgen en este tipo de relaciones entre ciencia. política y difusión.
Palabras claves: arqueología histórica, túneles, Paraná.
Abstract
In the city of Paraná, Argentina, just like in many other places, there are underground constructions in the form of extended underground galleries, among others. which have been interpreted as mysterious tunnels opened in Jesuit times. This study is an approach to the conceptual framework and the methodology of study used. and includes two case-analyses, one of which proved to be the complex drainage system of a hin, and the other one the basement of a possible brewery, both constructed in the second half of the XIX century. It represents an example of contract archaeology with a town council. and explains the issues that derive from this kind of association between science, politics and dissemination, how the media behave, and the nonacademic use of the results of a scientific investigation.
Key words: historical archaeology, tunnels. Paraná.
Introducción
Varias ciudades de América Latina construyeron obras bajo su suelo; con diferentes propósitos y funciones. Hubo sótanos de todos los tamaños, aljibes con sus cisternas, pozos de agua y para descargas de diversos tipos de líquidos, pozos para la basura doméstica en una amplia variedad que incluye túneles o pasos entre construcciones o sectores de ellas. Según dónde y en función de la historia posterior de cada ciudad, se construyeron imaginarios o explicaciones diferentes las unas a las otras. Para unas no son más que lo que fueron sin mayor importancia, para otras son misterios insondables y dieron lugar a leyendas y literaturas de todo tipo. Quizás Buenos Aires sea uno de los ejemplos en donde hasta los mejores escritores, como Ernesto Sábato o Leopoldo Marechal, dedicaron libros a supuestos inmensos túneles que atravesaban la ciudad.
Desde la época de Juan Manuel de Rosas tenemos referencias a esas construcciones, las que según quién escribiera tenían funciones diferentes: para unos eran cárceles de los Federales, para otros sitios de tortura de los Unitarios, para otros como Sarmiento fueron lugares donde los jesuitas hacían atrocidades o para Joaquín V. González eran su magna obra y así en adelante por un siglo de fantasías (Schávelzon 1992, 2005). Fue recién al iniciarse el siglo XX en que Héctor Greslebin, primero que se dedicó a estudiar seriamente estas estructuras (1920, 1964, 1966) estableció la idea de que los túneles formaban redes subterráneas que unían edificios del poder (cabildo, fuerte, catedral) y los conventos religiosos y que todos eran obra de los jesuitas. Esta hipótesis, lejos de haber sido probada, tuvo un éxito formidable y se transformó en la explicación más difundida hasta la actualidad. Y tuvo la suerte de expandirse y servir de explicación en muchas otras ciudades del país, que rápidamente transformaron aljibes y desagües en redes jesuíticas de túneles interminables, sin estudio alguno que lo avalara. Y por supuesto, el imaginario colectivo hizo lo suyo, pero eso escapa a los fines de este trabajo.
En Argentina, una de las ciudades que más ha difundido la existencia de construcciones subterráneas ha sido Paraná, e incluso es quizás la que más ha invertido materialmente en su recuperación y uso turístico. Su propio escudo tiene dibujado, desde el siglo XIX, un puerto bajo una gran barranca en la cual figura una entrada circular que, suponemos, es una calera, pero que no deja de llamar la atención (Piloni 1999; Riani 2004a). Pero pese a que es evidente que hay obras de este tipo bajo su suelo -podemos visitar algunas- su existencia ha ido generando, además del imaginario habitual, polémicas y confusiones impulsadas por los mismos investigadores. Se discute desde su fechado y función hasta el competir con Santa Fe y Buenos Aires a ver quién tenía más y mejores túneles, o se los usa para justificar hipótesis históricas insostenibles que luego veremos. Esto llevó a que un fuerte proyecto municipal de la década de 1990 para su rescate quedara paralizado y todo lo hecho fuese vandalizado aunque quedan varias cisternas recuperadas y visitables. Fue la única vez que un profesional en el tema, el arquitecto Carlos Menu-Marque hizo intervenciones sin fantasía, lo que llevó a restaurar y abrir al público las cisternas de la Bajada de los Vascos en Puerto Viejo y en la plaza lo. de Mayo. Lamentablemente, la falta de bibliografía y la vandalización de dichas estructuras les hizo perder mucho de su valor científico, turístico y patrimonial.
A partir de 1980 y en forma anterior e independiente de lo ya relatado, se comenzaron a publicar artículos que trataban de forzar diferentes hallazgos subterráneos interesantes en sí mismos, para que coincidieran con la hipótesis canónica de Greslebin, es decir con una red jesuítica de túneles. Esta compleja trama uniría las barrancas del río (¿con qué propósito?) con iglesias y fortificaciones (Mernes 1988, 1991, 2002). Estas tergiversaciones de un conjunto constructivo interesante llevó a decir cosas como que «la red de túneles (…) es de tal magnitud que todavía (…) quedan grandes extensiones» por descubrir (Mernes 1988:3). Y si bien es cierto que la ciudad tiene una importante variedad de obras bajo el suelo, todas de los siglos XIX y XX por lo que hemos visto y hechas para diversas funciones, no son muy diferentes a lo que hay en cualquier ciudad antigua y grande construida sobre una barranca al río con desniveles en su topografía. Hay aljibes, conductos industriales, desagües cloacales y más que nada pluviales y desagües de manantiales de agua, que eran en tamaño desde chicos hasta importantes y quizás alguna obra colonial muy tardía, ¿por qué no?.
Esta situación de un mundo académico e institucional local que restaura y excava pero casi no publica ni difunde y por otra parte un imaginario desatado que sí publica y explota los medios de comunicación, sumado al vandalismo por desidia municipal, a causa de una falta de referentes explicativos serios, produjo una imagen confusa en el público y las autoridades. Entonces, los medios se llenaron de escritos hechos sin rigor alguno que produjeron muchísimos textos impresos. Nuestro relevamiento hemerográfico inicial nos dio casi un centenar de referencias éditas anteriores al 2005, en su 95 % no científicas o ni siquiera serias. Por lo general son de tenor barrial, narrando acerca de un vecino que cuenta que alguien le contó a otro que le dijo a otro… y así sin límite alguno. Valga un ejemplo: «según se me informó la cisterna del aljibe presentaba en sus paredes ciertos indicios de la existencia de dos aberturas que conducirían a sendos túneles» (Mernes 1988:3). Es decir, no quiere decir nada de nada. Por supuesto en los renglones siguientes esos dos túneles, cuya inexistencia parece ser lo más evidente, ya se les da dirección, destino, ramificaciones, uso y recorrido. Cuando en 1988 intenté hacer un primer proyecto de investigación fui criticado en los medios por haber sido sobornado por la Junta de Estudios Históricos (Londero 2004) para que el proyecto no continuara. No hace falta decir que la Junta no posee ni el interés ni los medios económicos para intentar ese tipo de accionar, sea a favor o en contra.
En los últimos años el mundo académico ha tomado una actitud más seria al difundir en los medios de comunicación sus ideas, aprovechando al periodismo sano y menos sensacionalista, aunque eso no parece ser suficiente para mover un imaginario ya bien instalado en la comunidad (Bantar 2006; Musich 2002, 2004; Pilón 1999; Riani 2004a, 2004 b; Cerutti y Beghetto 2005a, 2005b).
La ciudad tiene muchas obras de este tipo dignas de ser excavadas, preservadas y mostradas. Por ejemplo, largos túneles como el túnel de Coceramic (Figura 1) posiblemente construido hacia 1875-1885, aljibes y cisternas, hornos en laderas usados para producir cal sobre la barranca del río y tantas otras cosas. Pero para que se logre eso es necesario que se acaben los artículos en donde se dice que en: «en un túnel (se encontraron) esqueletos humanos y cacharros de cerámica -urnas funerarias- con restos humanos en el interior, en posición fetal» (Mernes 1991:8) y que la responsable era la masonería. Otras descripciones de ese texto son aun más patéticas y absurdas: «Me impresionó la cantidad de esqueletos, de huesos diseminados. Caminábamos lejos de las paredes que estaban llenas de alacranes» (Mernes 1991:9). Y podemos seguir con la exageración habitual respecto de las dimensiones llegando al caso más absurdo del país en cuanto al tamaño, cuando se dice que «en uno de ellos, el que se ubica cerca de la plaza Sáenz Peña, sirvió para ocultar las tropas del general Francisco Ramírez» (Mernes 1991:9). Esta era la información supuestamente científica con que se contaba a la hora de formar una comisión interdisciplinaria para estudiar esos túneles.
El nuevo proyecto
El malestar existente en el municipio por las presiones que llegaban desde diversos sectores de la comunidad para que se estudie el tema con seriedad, llevó a una toma de decisión para la formación de una Comisión para el estudio de los túneles históricos de la ciudad, en base al decreto N°. 7115/04. Éste determinaba la necesidad de hacer un peritaje bajo la dirección de un investigador del CONICET. que permitiera arrojar nueva información sobre ese viejo y polémico tema (Anónimo 2005a, 2005 b, 2005d, 2005e). Esta decisión se tomó en base a la existencia de otro decreto de 1992 que había dado lugar a la formación de una primera comisión a tal efecto, basado en una ordenanza del mismo año que decía: «Créase la Comisión de Estudio e Investigación Histórica de los conductos abovedados bajo el suelo de la ciudad de Paraná» pero que el disenso interno llevó a su anulación. En el año 1997 y por Decreto N° 926 se había vuelto a integrar la comisión, la que culminó con este estudio, el primero de una serie nunca continuada. La burocracia, al revés de los túneles, parece que tiene entrada pero nunca una salida.
Si bien era desde antiguo evidente la existencia de construcciones subterráneas diversas, como la cisterna de aljibe encontrada en la plaza 1° de Mayo, ahora restaurada (Anónimo 2004d), de su similar en la Bajada de los Vascos al Puerto Viejo y algunas otras dispersas por la ciudad; existía, como ya dijimos, una fuerte discusión en la comunidad acerca de la existencia de túneles aún más antiguos, atribuidos vulgarmente a los jesuitas y que cruzarían la ciudad por todo su subsuelo. Como primera etapa del proyecto histórico y arqueológico se hicieron recorridos, se visitaron diversas estructuras bajo tierra, se contactaron historiadores, arqueólogos, ingenieros, arquitectos y personas interesadas en la temática. Se recabó toda la información hemerográfica. bibliográfica y de archivo que fue posible y se hizo un relevamiento preliminar de dos estructuras, el túnel de Coceramic y la bóveda del área del Club Atlético Estudiantes, seleccionadas por su fácil acceso, sus dimensiones y características al ser señaladas como los «más antiguos de la ciudad» y de cronología que se remontaba al siglo XVIII, a épocas anteriores a la fundación real de la ciudad.
Debido a que se trataba de un caso de arqueología de tipo «contractual», las hipótesis principales eran planteadas por el contratista. En este caso el municipio nos pedía responder a pregunta concretas:
1. ¿de cuándo eran esas construcciones?
2. ¿cuál fue su función o propósito?
A estas dos preguntas nosotros les sumamos otra, surgida desde nuestro propio interés en el patrimonio cultural:
3. ¿cuál es su valor patrimonial y cómo aprovecharlo?
Estas preguntas se convirtieron por ende en nuestras hipótesis principales de trabajo. En forma paralela nos interesaba entender cómo funcionaba el imaginario colectivo y por qué en esta ciudad y no en otras se producía este peculiar fenómeno de tan alto interés en esas estructuras antiguas.
Este informe intenta responder a dichas preguntas, básicamente las dos primeras y en segundo orden la otra. Como metodología de trabajo de campo se optó por hacer uso del estudio de las características materiales de las estructuras considerados como casos de la nueva «arqueología vertical». Aunque en realidad ambas están bajo tierra, resultaba imposible excavarlas, por lo que la metodología empleada fue esa. Esta disciplina ha sentado un nuevo concepto metodológico para el relevamiento e interpretación de estructuras y construcciones de valor patrimonial, entendiendo que en las acciones sobre el patrimonio histórico y arquitectónico deben participar equipos interdisciplinarios compuestos por arquitectos, arqueólogos, historiadores, restauradores y técnicos que trabajen en forma conjunta. Por lo tanto, el método adoptado consistió en ordenar y datar las etapas por las que han pasado hasta llegar a su estado actual, analizando todos los elementos estratigráficos verticales y horizontales que los componen, que se les agregaron o quitaron, según las distintas acciones y procesos constructivos o destructivos que han sufrido (Parenti 1985, 1996a, 1996b; Carandini 1996). De este modo, a través de una minuciosa observación llegamos a reconocer los cambios menos visibles, alteraciones, distintos materiales empleados, sus dimensiones, las técnicas constructivas, la relación entre etapas y métodos, la ornamentación, las huellas de las herramientas utilizadas y el material arqueológico asociado. Por otra parte, en los casos analizados la funcionalidad era bastante obvia, por suerte, siendo estructuras con pocas posibilidades tipológicas. Estos datos nos han permitido realizar una primera aproximación para comprender los procesos constructivos, las distintas etapas, las fechas y los criterios seguidos por los constructores para realizar las obras. Gracias a eso hemos podido desarrollar una serie de observaciones sobre la materialidad de los objetos que nos presentaban y responder a los requerimientos, que es lo que nos permite hacer estas aseveraciones.
Se ha evitado adrede utilizar fuentes documentales en esta etapa de investigación. Esto, lógicamente, le da a los resultados un carácter incompleto, pero consideramos válido que el trabajo se hiciera en dos etapas, una puramente arqueológica en cuanto a registro de cultura material en contexto y otra de búsqueda bibliográfica y documental, por la enorme dificultad que encontramos en los archivos de Paraná sobre las obras públicas tempranas. Cabe indicarse que, paralelamente a este estudio, se hizo un trabajo desde el Museo Serrano, a cargo de Carlos Cerutti y Amelia Sastre, en la cisterna del viejo Hotel Cranac, ahora Playa Bar, que era realmente un modelo de metodología de investigación histórica documental, aunque las autoridades no consideraron siquiera que fuera tomado en consideración o incluido en este trabajo (Cerutti y Beghetto 2005a, 2005b).
Los resultados de la primera parte de la investigación, es decir nuestro Informe N° 1 (Schávelzon et al. 2005) no fueron del agrado de las autoridades, ya que no pudimos demostrar lo que ellos realmente querían -que fueran túneles jesuíticos anteriores a la fundación oficial- por lo que la segunda etapa nunca se llevó a cabo. Cabe destacarse que la formación de nuestro equipo generó en la comunidad innumerables notas de diarios, radio y televisión, discusiones algunas veces muy interesantes y otras no, lo que fue positivo para dinamitar las acciones sobre el patrimonio. La presentación de los resultados generó también numerosas polémicas cuyo estertores duraron incluso más de lo imaginado, ya que dos años después aun seguían las notas en los diarios.
Por supuesto, el estudio tomó interés para los autores porque el conocimiento de la historia local mostraba que no eran preguntas inocentes las que se nos hacían desde el Municipio, al menos se las quiso transformar en un tema meramente científico cuando era mucho más. La realidad que había por detrás y que se suponía no debía ser vista por los especialistas venidos de afuera, era que si realmente había evidencias que probaran la presencia jesuítica en el siglo XVIII o antes, la ciudad de Paraná sería más antigua e importante de lo establecido por una historia tachada de «oficial». Esto a su vez daría -supuestamente- evidencia material para la teoría que sostiene que la actual Santa Fe no es la original, sino que es Paraná (Mernes 1987). Esto, que por cierto tiene nulo sustento histórico y más parece un problema psicoanalítico de identidad que de arqueología, es la posición difundida por quien presidía la comisión para el estudio de los túneles. Nuestra respuesta corría el riesgo de ser usada en un sentido diferente al técnicamente especificado. Pero la respuesta que se dio contradecía esa postura y obviamente llevó a la cancelación de todo el proyecto, ya que puso sobre la mesa las cartas verdaderas con que se estaba jugando.
Cabe aclararse que en Santa Fe, desde 1998, se están haciendo estudios metódicos similares sobre este tipo de construcciones y a nadie se le ocurre usarlos para demostrar que ellos son Paraná (Cecchini de Dallo 2001; Luis María Calvo comunicación personal 2001).
El Túnel de Cocerámic
La construcción es una larga e impresionante galería bajo tierra, ligeramente curva (Sector B) que consta de tres secciones las que en el plano denominamos 1 a 3; cabe ser destacado que para este análisis no podemos desvincular esa galería del largo canal o entubamiento a cielo abierto por el que se accede (Sector A). Por lo que hemos visto, todas las discusiones hasta la fecha no han tomado en cuenta que ambas construcciones son una misma y están indisolublemente enlazadas para su estudio (Figura 2). Es evidente que se trata del relicto de una quebrada o zanjón muy transformado por la acción del hombre en virtud de los muchos cambios operados encima de él, en el antiguo barrio de Puerto Viejo. Toda explicación del túnel pasará, en el futuro, por entender el proceso de cambio ocurrido en el sitio como una totalidad.
Sector B, Sección 1: es la galería propiamente dicha, un verdadero túnel construido con enorme esfuerzo bajo la ladera de un gran cerro, que posee cerca de cuarenta metros lineales de desarrollo (Figura 3). Está hecho con muros de grandes piedras canteadas, trabajadas con herramientas metálicas y pegadas con una mezcla que usa cemento en gran proporción además de cal. El cemento es lo que le ha dado rigidez e impermeabilidad. Los muros sostienen una bóveda hecha de mampostería de ladrillos, mucho más liviana pero estructuralmente resistente por su forma. El piso es de piedra trabajado de la misma manera que los muros, aunque el escurrimiento de agua constante ha desgastado las juntas. Existe un único escalón visible -aunque no es dificil que hubiesen otros no visibles por relleno- de 15 cm de altura, ubicado a 6,25 m del inicio de ese sector (Figura 4).
Las dimensiones internas, bastante estandarizadas, son de un metro de ancho, 85 cm de alto y tiene una bóveda de 40 cm de altura. Dada la cantidad de escombro que hay en el interior resulta imposible saber con certeza si la altura se mantiene estable hasta el final, o al menos hasta el sitio donde deja de ser accesible, pero pareciera que hay una leve disminución a medida que se penetra. Los ladrillos de la bóveda son bastante homogéneos midiendo en su mayoría 29 x 14 x 4 cm. Según la cronología de esos materiales establecida por Carlos Cerutti (Cerutti y Beghetto 2005b) para la ciudad y región, pueden fecharse para el último cuarto del siglo XIX.
La bóveda y muros han sido construidos en este tramo en tres partes, las juntas de unión de esos sectores se ven con todo detalle especialmente en la bóveda, indicando etapas diferentes en la construcción o simples cambios de mano de obra o son el resultado de un sistema constructivo mediante una cimbra que debía trasladarse tramo a tramo, desplazándola a medida en que se iba completando la perforación, apoyándola sobre los muros de piedra.
La galería desemboca en la parte posterior en un área rellenada con escombro moderno: pese a eso puede verse que la bóveda está rota, lo que puede ser interpretado de dos maneras, al menos hasta ahora: 1) un área donde se venció el techo hundiéndose la tierra de encima (por acción natural o humana) y 2) que allí comience un tiro vertical por donde se arrojó el escombro (Figura 5). Sea cual fuere la hipótesis que se acepte, la idea de que la galería continúa por detrás es factible (Mernes 2002) aunque no probable. La única forma de comprobarlo es quitando el escombro, protegiendo la bóveda para que no continúe cayendo, y mirar atrás. No es un problema grave y es factible con bajos costos, aunque no es fundamental para estos propósitos.
Debe tomarse en cuenta que la hipótesis que plantea la existencia de un tiro vertical se basa en la historia oral local, alguna publicada pero aceptada por el imaginario y en que los ladrillos de la bóveda en ese sitio están redondeados en el extremo, indicando desgaste. Éste pareciera ser intencional. No se observa la continuación de las paredes ni de las hiladas inferiores de ladrillo de la bóveda más allá de un metro desde el sitio taponado (aunque es muy dificil observarlo).
Durante el trayecto de la galería (Sector B, únicamente en la Sección 1) hay desagües en sus muros. Estos desagües, conductos o albañales son de diferentes formas, tamaños y sistemas constructivos, aunque homogéneos y coherentes entre sí y el túnel. Sus diferencias hablan de sistemas constructivos que variaron en función de su tamaño y lugar de salida, incluso posiblemente hay pequeñas diferencias cronológicas entre ellos.
Del lado Oeste hay tres conductos, del lado Norte hay uno solo. El desagüe del Este es el mayor y mide 30 x 60 cm, está apoyado y terminado de forma tal que muestra haber sido hecho junto con el muro mismo del túnel, tiene forma, declive y dimensiones coherentes con su función actual de conducir agua. Los ubicados del otro lado son menores, dos de ellos incluso mucho más chicos y uno de ellos de cerca de 30 m de largo, que es el que conduce los fragmentos de tejas y ladrillos -y agua- de la fábrica Coceramic que se haya ubicada encima. Los muros de este conducto son de piedra, cortada de la misma forma que en los muros de la galería, se utilizan también ladrillos y la entrada desde la fábrica -que puede ser visitada-, muestra que ha sido hecho todo en una sola etapa constructiva. No hay duda que su función fue y es la de escurrir agua, aunque ahora se la aproveche para todo tipo de basura. Los otros dos conductos menores, hechos con ladrillos, muestran que fueron puestos en forma simple, rompiendo los ladrillos del extremo, los que no están trabados a la piedra; incluso un conducto tiene una curvatura ascendente antes de salir a la galería y su extensión en profundidad es de cerca de 20 m. Esta curva terminal no hubiera impedido el desborde del agua, pero resulta al menos extraña, quizás un pequeño error de cálculo del albañil. En al menos un desagüe, los ladrillos usados miden 35 cm de largo. En un sector se hizo una excavación de la que se obtuvieron varios fragmentos de loza, vidrio, cerámica y metal que en su totalidad son del siglo XX. Fue imposible excavar debajo del piso de piedra.
Sector B, Secciones 2 y 3: son los dos sectores de entrada a la galería más extensa, también abovedados pero claramente diferentes a ésta. Los ejes de orientación están desfasados y, como se ve en el esquema adjunto, han girado hacia el norte unos pocos grados por lo que no tienen ángulos rectos en sus esquinas. Incluso la unión del B-2 con la galería no es simétrica ya que ésta no está centrada.
La Sección 2 mide 2,87 m de ancho, está totalmente construida en ladrillos salvo las dos hiladas inferiores y su piso, éstos miden 32 cm de largo, las juntas están hundidas y gastadas y tuvo un revoque que se ha caído por efecto de la humedad. La piedra es la mejor trabajada de todo el conjunto mostrando un perfecto escuadrado. La sección 3 está hecha con ladrillos de máquina con la junta ligeramente saliente, como es habitual en casi todo el país para este material, repitiendo el patrón tradicional inglés. El piso, en sus sectores de cemento, es más reciente, aunque el canal de ladrillos que conduce el agua hacia fuera parece antiguo y coincidente con la época de la construcción. Resulta imposible excavarlo por el escombro y el agua constante. En síntesis, estos dos tramos son diferentes entre sí, técnica y cronológicamente y a su vez diferentes de la galería más larga con la que no coinciden ni siquiera en orientación.
Sector A: este largo canal abierto mide cerca de 44,5 m y resulta de extremo interés aunque por desgracia en fecha reciente se modificó una de sus paredes y el piso, haciéndolos de hormigón. Posiblemente su estudio hubiera explicado todo el conjunto y su historia. No es recto sino que tiene al menos dos quiebres marcados y la pared que conserva intacta es de piedra hecha con sillares de perfecta manufactura, unidos también con un mortero que usa cemento en fuerte proporción. Mide cerca de 3,5 m de alto y posee dos docenas de desagües similares a los existentes dentro de la galería. Ubicados a diferentes alturas hay desde 20 cm de lado hasta uno abovedado de 95 cm de altura, ubicado a 40 cm del piso del canal. Este muro reproduce, en sistema constructivo y funcionalidad, el interior de la galería aunque fue hecho a cielo abierto. Hoy en día hay un enorme caño metálico que conduce agua de una vertiente de arriba del cerro. El agua llega a la barranca y por caída natural sale al río.
La revisión de este conjunto, es decir el túnel y sus desagües internos y bocas externas, la gran canalización al aire libre y la forma, sistema constructivo y su ubicación, conforman un contexto que resulta no muy complejo de interpretar. Es obvio que si se ve el túnel solo, puede resultar una extraña y misteriosa construcción, pero en su contexto las cosas son diferentes. Es evidente que Paraná es una ciudad de topografía altamente irregular, que ésta es una barranca de un cerro hacia el arroyo Antoñico y que los manantiales que escurren desde arriba, que suponemos que fueron muchos más en el pasado, son y han sido un problema que fue canalizado por este sistema: hoy cumple la misma función que hace un siglo y que cuando fue construido. El arroyo Antoñico en donde desemboca este sistema no ha variado su curso sino sólo sus bordes y al menos en lo que puede ser observado todo el sistema de desagüe de la ladera no ha variado al menos desde que la fábrica Coceramic se instaló en el sitio hace un siglo, generando la necesidad de desagües, lo que se sumó a los ya viejos derrumbes que se producían habitualmente.
En cuanto a la funcionalidad creemos que el conducto fue y es una galería de desagüe. Basamos esto en lo siguiente: 1) la existencia de manantiales naturales en el cerro. hasta la actualidad, que necesitaban desaguar sin caer libremente por la barranca abrupta; incluso hoy hay que conducirlos para evitar desmoronamiento; 2) los desagües de mampostería internos a la galería, idénticos a los de la parte exterior, fueron construidos como una unidad con la galería aunque con diferentes técnicas y con ligeras diferencias de tiempo; es decir que son parte integrante desde el inicio, no son agregados, 3) el sistema constructivo es racional, lógico y coherente con esta función en todos sus detalles; la presencia de un escalón o desnivel no resulta extraño sino por el contrario, coherente con el sistema constructivo ya descrito; 4) los conductos ahora secos, los de menor tamaño, debieron quedar fuera de uso al hacerse nuevas instalaciones sanitarias en la parte superior del cerro y sus edificios, o fueron cancelados por acción u omisión, o simplemente se secó el manantial que allí desaguaba; 5) las dimensiones del conjunto resultan razonables para lo que se conoce en todo el país para este tipo de obra y son las mínimas adecuadas para el trabajo de gente en su interior en la construcción primero y en su limpieza más tarde. Coinciden con la bibliografía existente en la materia para túneles bajo tierra para movimiento de agua; 6) las diferencias de todo tipo entre las tres secciones implican épocas y técnicas diferentes aunque emparentadas; su explicación es compleja pero pensamos que son ampliaciones de la boca, más amplias precisamente por ser el lugar donde la tierra se deslavaba y que posiblemente se derrumbó, por lo que fue necesario hacer galerías cortas en dos oportunidades, de diferentes anchos y altos, para resolver el problema: 7) el sector a cielo abierto se inicia precisamente cuando el desagüe sale del cerro y controlando el desnivel no fue necesario hacer una galería cerrada; 8) aunque más difícil de comprobar por los cambios que le ocurrieron al tramo B-2 en su parte superior, esta puede ser poco anterior a todo el conjunto, como haber sido la base de un puente sobre el barranco que formaba el arroyo o manantial aun no entubado y que luego quedó como parte de la galería aunque más grande y 9) usarlas con funciones de otro tipo, como las especuladas, resulta absurdo ya que en una ciudad pequeña y de orografía abrupta, hacer obras subterráneas de este calibre en secreto, sin una función específica o para ocultar algún movimiento de personas, resulta impensable.
Recordemos que Paraná tenía, hacia 1880, unas diez cuadras de lado. El puerto estaba en el arroyo Antoñico, el que era cruzado por un puente y desde allí había que subir la Bajada de los Vascos, llamado así por una famosa pulpería que dejó la cisterna del sitio y tras caminar casi dos kilómetros, se llegaba a la población arriba de la barranca. El camino al puerto fue hecho en 1854 por el ingeniero Augusto Reant, por lo que hasta ese momento no había problemas de manejar aguas descendentes (Gutiérrez et al. 1971). Las imágenes de esa época muestran toda la barranca deslavada por el agua.
Respecto a la cronología, establecimos que el sistema constructivo es el tradicional de los sistemas sanitarios del siglo XIX, con piso y muro de piedra y bóveda de ladrillo con uso de cemento, en dimensiones lógicas para el movimiento humano en el canal mayor. Los accesos han sido colocados algunos en la construcción misma de la galería y otros son posteriores, casualmente los menores. Los dos tramos delanteros son diferentes, de materiales y sistema constructivo, además de dimensiones, y corresponden a momentos claramente diferentes. Es un tipo de galería habitual de observar en los libros dedicados al tema en el siglo XIX e inicios del XX, aunque si bien es cierto que pueden ser anteriores, la presencia de cemento en las juntas lo hace sumamente improbable.
Respecto a la funcionalidad, repetimos que lo consideramos un complejo hecho para el desagüe de los manantiales del cerro, función que creemos para la que fue hecho y que sigue cumpliendo a la perfección. En función de la secuencia constructiva podemos rearmar la siguiente historia: el inicio de la historia de esta galería, y lo planteamos a nivel de hipótesis, es un manantial importante que fue creando lentamente su propio paso bajo tierra, un pequeño canal principal al que se le unían otros menores, al menos dos. Éste salía al aíre libre formando un barranco, igual que hoy, que desembocaba en el río cercano. Posiblemente al hacerse obras más importantes de arquitectura en la parte de arriba fue necesario regular ese sistema de desagües, en especial los pluviales, para evitar que lavara el cerro. Cuando se decidió construir la galería para facilitar un desagüe general para los varios menores que caían libremente o salían en forma abrupta más abajo, se hicieron las obras mayores. Consideramos que el túnel fue construido de una sola vez en su trayecto principal, aunque en varias etapas: la más antigua es el Sector 1 de la Sección B (es decir la galería principal) hecha en partes junto con los albañales mayores de desagüe. Para hacerlo se hizo una galería de mayores dimensiones que la actual, con poca habilidad por cierto, ya que para encontrar la caída mayor de agua fue necesario hacer una ligera curvatura al fondo. Este manantial bajaba en forma relativamente vertical y coincide con lo que creemos que es el inicio del túnel. Mientras se colocaban las piedras de los muros se hicieron los desagües, los que luego fueron terminados, al menos algunos, un poco burdamente; no hay evidencia de que las paredes se hayan abierto con posterioridad para hacer estas obras. Es posible que se pensara que el techo abovedado podía terminar en los sitios en que se cortó su obra, pero seguramente hubo que seguir y eso explica las juntas aun a la vista. Entendemos que se trata de una obra coherente en sus materiales, estructuralmente única y hecha en una sola operación, al menos en los sectores principales.
La existencia de un fuerte barranco hacia el río está bien documentada en las fotos antiguas y que ésta ha sido transformada ha sido aceptado por todos los historiadores; incluso uno de los argumentos presentados por quienes consideran de mayor antigüedad a estas construcciones es la presencia en fotos anteriores al derrumbe de 1905, producto de una gran crecida, de al menos otras dos galería similares que asomaban cerca de un puente para el tranvía allí existente. Por sus dimensiones y formas eran al menos muy similares al que estamos discutiendo.
La presencia de al menos un albañal hecho con mampostería de mayor tamaño (hasta 35 cm de largo) apunta a la posibilidad de que ya hubiera un canal en el lugar. Aquí surgen dos posibilidades: que los arcos de entrada B-2 y B-3 hayan sido precedentes -por ejemplo puentes- o que en algún momento posterior a la construcción de la galería se produjeran derrumbes en la boca, al deslavarse la tierra y fue necesario hacer una nueva (la B-2) más grande, porque el ancho a cubrir era mayor; y al mayor ancho le correspondió una mayor altura, lo mismo sucedió con la orientación que fue necesario modificarla para ajustarla al canal externo que, por cualquier motivo hoy imposible de saber, se había modificado ligeramente. Si fue así seguramente lo mismo volvió a suceder en la tercera parte (Sector B-3). Todo esto es normal en el accionar del agua en laderas de tierra.
El por qué de la presencia de materiales de diferentes dimensiones, como en el caso de los ladrillos, hay dos respuestas posibles: o es al menos un canal anterior como ya sugerimos, o si es posterior se reusaron en B-2 ladrillos más antiguos por tenerlos disponibles en el sitio, cosa normal en este tipo de obras municipales; lo mismo sucede con los ladrillos de máquina usados en uno de los accesos que ya hemos establecido de diferente cronología, época en que esos mampuestos se fabricaban en la región.
Respecto de la época a la que pertenecen podemos decir que en base a los datos contextuales, constructivos y arqueológicos, es posible atribuir un fechado cercano a 1880 para el Sector B-1, de 1860-1870 para el B-2, si es realmente precedente al anterior y de 1890-1900 para el B-3. Es posible que todo el conjunto pueda moverse en el tiempo un poco hacia atrás, con mayores estudios, aunque el tramo hecho con ladrillos de máquina difícilmente haya sido posterior al año 1900 -se dejaron de usar antes- y anterior a 1880 -se empezaron a fabricar después- al igual que no creemos posible que haya habido acceso a cemento Pórtland antes de la década de 1850. al menos en esas cantidades, más aun en un sitio caracterizado por su alta producción de cal. Por supuesto estos fechados son tentativos y necesitan mayores observaciones y estudios para ajustarlos.
En cuanto al valor patrimonial es evidente que esta estructura tiene un muy alto potencial y puede ser abierto al turismo con una muy baja inversión municipal. Por supuesto debe ser limpiada, iluminada, el agua debe tener un canal por donde circular y el acceso público debe estar regulado por cuestiones de seguridad. El resto es independiente de la fecha de construcción o de las polémicas que genere, ya que es de por sí un atractivo patrimonial interesante, al que si se le mantiene el agua circulante puede ser una vista hermosa. La sugerencia del equipo fue que un grupo de arquitectos del municipio haga un proyecto de puesta en valor, calcule el valor de este trabajo y que Turismo establezca un proyecto para su uso junto con la cisterna de la Bajada de los Vascos, entregando su explotación a una ONG local.
Estructura subterránea del Golf del Club Atlético Estudiantes
En la calle Echeverría, el lugar conocido como el golf del Club Atlético Estudiantes hay una construcción subterránea de grandes dimensiones y excelente calidad atribuida a una antigua cervecería ya demolida. Se trata de dos bóvedas de mampostería de ladrillos sostenidas por paredes de piedra
bien trabajada, unidas por un arco portante al centro, que miden en total 21,6 m de largo por 5,15 m de ancho, medidas interiores, con paredes que, en donde pueden ser medidas, alcanzan los 0,6 m de ancho. La altura de los muros, actual, es de 2,1 m y la bóveda tiene 2 m de alto; es evidente que el piso actual, de arena, no es el original, el que debe estar más abajo.
A esta estructura desembocan cuatro canales de ladrillos, una entrada a través de un arco de 2,1 m de diámetro, una boca de acceso rectangular en la parte alta y es posible, aunque poco probable, que haya otro arco en el muro ahora tapado por escombro y basura. El arco mayor parece tener un piso inclinado que sube hacia el exterior, donde se encuentran restos de dos muros de piedra y un pilar de mampostería, quizás parte de una chimenea (Figura 6). Los ladrillos miden 29 y 30 cm de largo por 15 cm de ancho y 5 cm de espesor. El nivel externo original no es visible y no parece coincidir con el actual.
En forma hipotética consideramos que se trata de una construcción de la segunda mitad del siglo XIX, posiblemente y en base a comparaciones con estructuras similares conocidas, fechable hacia 1860-1880. La función que debió cumplir es difícil de atribuir sin más datos, pero hay dos que son probables: un pozo de desagüe de una fábrica que usaba líquidos en gran cantidad -por el típico sistema de canales de entrada en la bóveda- o un sótano para mantener la temperatura estable para productos como la cerveza, por lo que el que haya sido parte de una cervecería suena lógico. Sólo con un estudio más detallado será posible responder con mayor precisión.
Esta construcción es de sumo interés patrimonial y de fuerte atractivo turístico y, a la inversa del túnel de Coceramic, no implica inversiones ya que tiene facilidades de entrada y salida y no hay aparentes fisuras en muros ni sobrepeso encima; quedaría el tema de la seguridad como prioritario. Con una escalera de bajada, abriendo el arco de salida lateral y con una limpieza, después de las excavaciones puede ser abierto al turismo. Se entiende que está dentro de un predio de propiedad privada, pero el estar a un lado del alambrado y de una calle, facilita llegar a un acuerdo de accesibilidad temporal y mantenimiento.
– – O – –
Agradecimientos
El trabajo en Paraná se hizo junto con Patricia Frazzi y Guillermo Paez. Agradecemos al Intendente Municipal Julio R. Solanas y a los que colaboraron con este primer estudio: Carlos Leiva, Daniel Tuma, Julio Ruberto, Gastón Grand, Jorge Riani, Carlos Cerutti, Oscar Londero, Miguel Mernes, Carlos Leiva, Carlos Menu-Marque y Lilia Santiago, cada uno a su manera y postura.
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