El recuerdo del paso del reconocido arqueólogo y mayista inglés Alfred P. Maudslay por la ciudad mexicana de Oaxaca entre los años 1898 y 1906, sus destacados trabajos de arqueología y la epopeya de su paso por México.
Oaxaca ha sido sitio de visita de muchos viajeros, en especial los interesados en su polifacética riqueza histórica, artística y arqueológica; muchos más que en otros lugares del continente, a tal grado que cada vez descubrimos con mayor sorpresa quiénes y de qué calibre intelectual eran esos curiosos paseantes (1). Por suerte, sobre varios de ellos existe bibliografía, incluso en esta misma Casa de la Ciudad se han exhibido las poco comunes fotos de Teobert Maler, el gran arqueólogo mayista, en su primer viaje por estas tierras, cuando aun no era ni célebre ni mayista, es más, sólo era un huído soldado de la invasión de Maximiliano de Austria.
Resulta interesante como contrapartida que, siendo Monte Albán uno de los sitios prehispánicos más impactantes de toda Mesoamérica, muy pocos se interesaron en excavarlo en el siglo XIX e incluso en los principios del XX. Tras los primeros pasos dados por Guillermo Dupaix en 1806 pasaron por allí pocos viajeros que a su vez hicieron mínimas excavaciones, hasta que dos coleccionistas locales comenzaron a trabajar intensamente, aunque eran más saqueos y búsqueda de esculturaas que otra cosa; se trataba del Dr. Fernando Sologuren y el Licenciado Federico Belmar, quienes dejaron a la vista gran parte de los Danzantes (2). Luego pasaría Leopoldo Batres en 1902 y habría que esperar hasta que Alfonso Caso en 1928 comenzara a trabajar sistemáticamente. ¿Hay alguna explicación para que en años de mucho trabajo en los sitios arqueológicos de México, Monte Albán haya quedado al margen? No es el caso de Mitla, que vivió muchas intervenciones, quizás demasiadas.
Una explicación pueda pasar por el haber identificado la presencia en Oaxaca, durante los finales del siglo XIX, entre 1898 y 1906, del más célebre arqueólogo del continente: Alfred P. Maudslay y cerca de él un pequeño grupo de reconocidos expertos en el tema; ahora sabemos que él intentó por diversos caminos hacer excavaciones en Monte Albán, pero cuando logró el dinero y los permisos, cuando terminó de pelearse con Leopoldo Batres y dejar que él hiciera sus trabajos primero y editara sus resultados, estaba tan enfermo que ya no pudo hacerlo.
La historia es la siguiente: nacido Maudslay en Inglaterra en 1850 viajó por México, Guatemala y América Central desde muy joven ya que su primer recorrido fue en 1872; luego estuvo en Fidji, Tonga y Samoa para decidir dedicarse de pleno a la arqueología en 1880. Luego comenzó a trabajar intensamente en los sitios mayas, sus favoritos de esa época eran Tikal, Yaxchilán (fue el descubridor), Copán, Quiriguá, Chichén Itzá, Palenque y muchos otros en donde también hizo excelentes calcas de estelas y monumentos y en especial tomó las que sin duda son las mejores fotografías de la arqueología de América. Técnicamente perfectas y obras de arte que siguen siendo usadas por la perfección de los negativos, su tamaño, punto de vista, juegos de sombras y pigmentos minerales que no se deterioran con el tiempo. Gracias a esa calidad gráfica, Goodman pudo descifrar los glifos de fechas y reconstruir el calendario mesoamericano, lo que publicaron juntos.
Llevó al papel una enorme cantidad de artículos, pero su obra cumbre comenzó a editarse en 1889 en una colección de sesenta tomos de gran tamaño llamada Biología Centrali-Americana, en la que los volúmenes 55 a 59 eran los de arqueología, el resto estaba dedicado a otras ramas de las ciencias naturales. Fue un esfuerzo no superado no sólo por el trabajo conjunto de tantos científicos, sino por la calidad y tamaño de la edición (3). También ya había trabado con el Peabody Museum, colaboró con los congresos de Americanistas y muchas instituciones interesadas por el pasado prehispánico. Dirigió los primeros trabajos de una universidad de Estados Unidos en Mesoamérica, precisamente Copán, Honduras, iniciando así una forma de hacer arqueología previamente inexistente. Incluso tuvo participación en el trazado de la frontera entre Guatemala y México por sus conocimientos de la región (4).
Pero esos múltiples viajes le producían enormes gastos, los que él cubría con la empresa de su familia; todo fue bien hasta que comenzó a tambalear el negocio y por más que redujo sus costos llegó el momento que fueron imposibles de continuar. Había que buscar otras alternativas y una de ellas fue iniciar, o reiniciar, la explotación de una mina de oro que no sabemos bien cómo le llegó a la familia, de la que parecería que había comprado al menos una parte, en un negocio que más parece una pequeña estafa que otra cosa. Sea como fuese, cuando Maudslay aún jóven, ya que tenía menos de cincuenta años, siendo un arqueólogo famoso, casado con Anne –quien también publcó un enorme libro sobre sus viajes por Guatemala-, decidieron que ambos se instalaran en Oaxaca en las cercanías del pueblo San Pablo Cuatro Venados. Allí construyeron su residencia llamada Zavaleta, extraño nombre sobre el que hay varias explicaciones y ninguna buena por cierto. Allí hizo una casa con galería, paredes de adobe y terrazas para flores y plantas con otra construcción anexa para el ingeniero asociado, con techos de lámina acanalada. Pese a la modestia era un sitio ideal por cierto, un verdadero paraíso para un inglés que no quería pasar el invierno en su glacial tierra natal, tener su buena dosis de aventura y ganar un dinero que ya le hacía falta. Desde allí tenía una clara vista de la ciudad, de las ruinas de Monte Albán y en mula no eran más que diez kilómetros. Hoy, la carretera hace el camino más largo y es imposible cortar directo hacia la ciudad, lo que transforma el sitio en alejado, lo que no era la sensación antigua en que las luces de la ciudad se veían desde la casa.
La intención de la mudanza al sitio fue la explotación de la mina y que en realidad producía casi nada. Estaba a la vera de un hermoso manantial y allí trabajaban junto a un ingeniero también inglés, Arthur Laughton. Este había venido con tal propósito pero al llegar de visita en 1902 el famoso matrimonio –al menos para la arqueología- de Zelia Nutall y Alphonse Pinart con su hija Nadine, Arthur terminó casado con ella, lo que duró nueve años hasta que el ingeniero fue muerto en Sinaloa. La primera mina llamada Dolores se amplió luego a un anexo y más tarde a otras dos conocidas como La Esperanza y El Carmen. La empresa era la Compañía Minera Zapoteca.
¿Es posible imaginar hoy a un grupo de tal calibre científico pasando desaparecidos en Oaxaca? No lo sé, pero parece que si. Y la explicación no es fácil: los enfrentamientos que Maudslay tuvo con Teobert Maler por una parte y con Leopoldo Batres por la otra, parecerían explicar lo sucedido. Lo de Maler era simple competencia y celos profesionales aunque se opuso por escrito a que trabajara Monte Albán; pero lo otro fue aun más serio: Maudslay quiso excavar las ruinas que veía a diario frente a su casa y pidió permiso al gobierno mexicano para hacerlo, a lo que Batres se opuso furiosamente una y otra vez; esto se agravó porque Maudslay no lograba obtener fondos del Peabody o de la Carnegie, la que finalmente aceptó. Batres, competitivo y monopolizador, venía trabajando en el estado de Don Porfirio desde la década de 1880, en Mitla especialmente, pero en Monte Albán era poco o nada lo que realmente hizo, más allá de liberar algunas esculturas, sacar fotos o hacer un plano de la que él llamaba “La ciudad mística”. Es más, posiblemente gran parte de las excavaciones en el sitio que incluye en su libro (5), las hizo básicamente el Dr. Sologuren y no él (6); sí es de Batres la interpretación aunque la búsqueda de los egipcio y lo chino en el lugar. Lo acusaba a Maudslay de saqueador por haberse llevado dinteles de Yaxchilán, con lo que Batres casi generó un incidente internacional que, por suerte, supo ver a tiempo Justo Sierra, al decirle a Batres que ese sitio era propiedad de Guatemala y no de México y que las condiciones de contrato eran diferentes con ese gobierno. También habían tenido graves conflictos mientras excavaba Palenque, al igual que con otros amigos de Maudslay como eran Zelia Nutall o William Holmes, con quienes llegó al escándalo.
En realidad Batres sólo le había dado importancia a Mitla desde 1881, por razones que ya se han analizado (7), dejando Monte Albán de lado. Posiblemente al insistir Maudslay en trabajar allí, batres pensó que era mejor que él lo hiciera primero, aunque más no sea con unos pocos dóias de trabajo, sumando lo a hecho por sus coleccionistas amigos y tratando de dar una interpretación al conjunto; sólo una vez hecho esto, enn 1902, el gobierno nacional le dio finalmente permiso a Maudslay para excavar las ruinas; era imposible negárselo; y cabe consignar que se le autorizaba a llevarse al exterior todas las piezas de las que hubieran al menos dos similares:
México
Secretaría de Justicia e Instrucción Pública
28 de noviembre de 1902Acuerdo: Se concede al Señor Alfred Maudslay la autorización que pide en nombre del Instituto Carnegie para explorar los monumentos de Monte Albán en el concepto de que inspeccionará constantemente la persona que designe el gobierno y que suspenderá toda exploración si de cualquier manera atenta contra la integridad de las ruinas descubiertas o se quebranta de cualquier modo la ley en la materia o las bases por el mismo Sr. Maudslay formuladas.
Comuníquese, concediéndole un ejemplar de cada una de las piezas duplicadas que se encuentren o de las que se descubran en número mayor de dos ejemplares (8).
En realidad Batres trabajó más que nada en la Plataforma Sur, en el edificio A, al que más tarde le dedicaría un artículo Zelia Nutall, destacando que Batres ni lo vió o que lo que dice haber hecho es imposible que lo hubiera realmente realizado, aunque termina dándole a la construcción –muy pecliar por cierto y ahora ya rellenados su galerías- una interpretación más esotérica que la de Batres (9). Cabe destacar que en estos trabajos, Don leopoldo desarrolló con detalle su teoría, establecida en Teotihuacán, de que las superposiciones de edificios son sólo un sistema constructivo y no resultado de cambios en el tiempo.
Lo que pudo haber sido el gran inicio de la arqueología de Oaxaca no pudo ser: Maudslay comenzó con problemas de salud que lo llevaron a ser operado en Estados Unidos. En 1907 el matrimonio se fue a México, dejando Oaxaca y la arqueología; quedaría de esa estadía un solo artículo científico, sobre el árbol del Tule (10). Sin duda los entuertos de Don Leopoldo frustraron que la arqueología de Monte Albán se iniciara seriamente treinta años antes de lo que fue. Incluso el citado artículo sobre el árbol del Tule tuvo mala suerte; la mayoría de las referencias sobre ese árbol lo fueron por la compilación y traducción hecha por Manuel F. Alvarez en su libro Las ruinas de Mitla y la arquitectura (11), de 1900; el artículo de Maudslay se publicó después, en 1904, por lo que pasó desapercibido en México.
De sus discutidos saqueos y exportaciones ilegales de que tanto lo acusara Batres, nos consta gracias a Ian Graham que todo lo que hizo en Oaxaca fue el obsequiar al Museo Nacional de dos pequeñas urnas provenientes de Cuilapan, lo que no parece ser tan grave. Al año siguiente partió para Inglaterra, de donde ya no volvería; precisamente en ese momento recibió el honor de ser designado, tardíamente, Profesor Honorario del Museo Nacional. Nutall o su marido ya casi nada harían sobre Oaxaca.
Caben dos preguntas poco científicas antes de terminar: ¿pudo haber sido esta historia diferente, al menos en cuanto a la arqueología de Monte Albán?, y ¿porqué nadie recordó su estadía? Obviamente no hay respuestas, la historia contrafáctica no puede existir, pero nos permite reflexionar sobre la época, sus personajes, una personalidad al parecer peculiar como la de Maudslay que supo dejar de lado gloria y honores para viajar a trabajar una modesta mina en la montaña y vivir en una pequeña casa, muy diferente de sus mansiones en Inglaterra. No parece haber participado de la sociedad de su tiempo –quizás demasiado manipulada por Batres al menos en el grupo de interesados por la arqueología-, se mantuvo al margen; quizás si hubiera excavado Monte Albán las cosas hubieran sido diferentes, muy diferentes, pero no fue así. Sólo nos queda el recuperar la memoria y pensar en las veleidades del mundo y de la vida.
BIBLIOGRAFIA
Alvarez, Manuel Francisco
1900 Las ruinas de Mitla y la arquitectura nacional, Talleres de la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Hombres, México.
Batres, Leopoldo
1902 Excavaciones de Monte Albán, Inspección y Conservación de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana, México.
Clegern, Wayne M.
1962 Maudslay´s Central America: a strategic view in 1887, Middle American Research Institute, Tulane University, New Orleáns
Graham, Ian
– 1977 Alfred Maudslay and the discovery of the Maya, Collectors and collections: The British Museum Yearbook no. 2, pp. 137-155, Londres
– 2002, Alfred Maudslay and the Maya, University of Oklahoma Press, Norman
Maudslay, Alfred Percival
– 1889/1902 Archaeology, en Biología Centrali-Americana, or Contributions to the Knowledge of the Fauna and Flora of México and Central America, editado por F. DuCane Goodman, vols. 55 a 59, Londres
– 1904 A brief note on a Swamp Cipres at Santa María del Tule, México, Nature, vol. 70, pag. 6
Zelia Nutall, Zelia
1932 Comunicación sobre un monumento en Monte Albán, de gran importancia, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, vol. 44, pp. 15-26, México.
Robles, Nelly y Alberto Juárez Osnaya
2004 Historia de la arqueología en Oaxaca, INAH y Gobierno del Estado, México
Schávelzon, Daniel
2002 Historia de la conservación en el valle de Oaxaca, en Sociedad y patrimonio arqueológico en el valle de Oaxaca, Memorias de la Segunda Mesa Redonda de Monte Albán, pp. 21-32, INAH, México.
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NOTAS
(1) Para un panorama general de los viajeros véase Acervos, Boletín de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, no. 23, Oaxaca, 2001.
(2) Sobre ambos como coleccionistas, y la época descrita véase: Nelly Robles y Alberto Juárez Osnaya, Historia de la arqueología en Oaxaca, INAH y Gobierno del Estado, México, 2004.
(3) Alfred Percival Maudslay, Archaeology, en Biología Centrali-Americana, or Contributions to the Knowledge of the Fauna and Flora of México and Central America, editado por F. DuCane Goodman, vols. 55 a 59, Londres, 1889-1902
(4) Wayne M. Clegern, Maudslay´s Cenral America: a Strategic View in 1887, Middle American Research Institute, Tulane University, New Orleáns, 1962
(5) Leopoldo Batres, Excavaciones de Monte Albán, Inspección y Conservación de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana, México, 1902.
(6) Daniel Schávelzon, Historia de la conservación en el valle de Oaxaca, en Sociedad y patrimonio arqueológico en el valle de Oaxaca, Memorias de la Segunda Mesa Redonda de Monte Albán, pp. 21-32, INAH, México, 2002.
(7) Op. Cit.
(8) Ian Graham, Alfred Maudslay and the Maya, University of Oklahoma Press, Norman, 2002
(9) Zelia Nutall, Comunicación sobre un monumento en Monte Albán, de gran importancia, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, vol. 44, pp. 15-26, México, 1932.
(10) Alfred P. Maudslay, A brief note on a Swamp Cipres at Santa María del Tule, México, Nature, vol. 70, pag. 6, 1904.
(11) Manuel Francisco Alvarez, Las ruinas de Mitla y la arquitectura nacional, Talleres de la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Hombres, México, 1900.
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Buenas tardes,
el nombre del licenciado Belmar es Francisco no Federico
Gracias